Al caer la noche los cestos apilados esperan el último viaje del tractor. Forman un bulto de sombra en mitad del camino. Los hombres se sientan en el suelo y algunos sacan un cigarrillo y fuman. Las vendimiadoras ríen en corro mientras los últimos rayos del día les iluminan el cansancio del rostro. Las vides parecen levitar, sin frutos entre las hojas y ahora, ya, solitarias tras un día de trasiego. Exultante, el dueño va de unos a otras, saluda y reparte sonrisas. Ha contado los cestos y ha multiplicado. Solo para él, es la noche de fin de año.