La ventana dispersa por el cuarto
la luz del poniente como si preparara la base cromática de un lienzo. La
música. La música la elige un estado de ánimo. Hoy vengo latina, le ha dicho al oído cuando ha entrado en sus
brazos al bajar del autobús. El vestido. El vestido lo han elegido las
preferencias que descubre cuando se miran. Se han descalzado. Sobre la madera
del suelo los pies acompasan los latidos que golpean ya en el pecho. Hoy he estudiado latín para ti, le dice.
Sonríen. Bailan. Afuera, la noche se asoma, como acostumbra, sorda y ciega.