JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

martes, 28 de junio de 2016

# 558


Los caminos, tanto aquellos que se recorren a través de sendas silvestres, entre la umbría de enigmáticos sonidos, o por los campos luminosos, donde los cereales aprenden del sol a elaborar dorados; como los que se han de recorrer aún en busca de fuentes apartadas, que manen al pie de algún laurel, o de viejos molinos que sostengan su hidalguía piedra sobre piedra, o de claros de bosque silenciosos moteados por flores diminutas de rara belleza. Los caminos, los pasados y los futuros, están entre los dedos, abierto el cuaderno, ahora, en este instante, cuando la pluma empieza a escribir.

domingo, 26 de junio de 2016

# 557


Una manera de estar ahí en el momento en el que se transforma. Sin siquiera haberlo visto; de hecho, ver suele ser una de las propiedades de la ceguera inadvertida; la que, a diferencia de la que no ve, resulta incapaz de proporcionar algún conocimiento. Sin siquiera haber estado presente. Es una forma de situarse en aquello que va a cambiar, y de dejarse cambiar. Convertirse en lo que se es en cada frase, en cada párrafo, en cada página. Se escribe para estar en el instante crucial de la alteración y en el gesto de contarlo, de poderlo contar.

viernes, 24 de junio de 2016

# 556


Esta suerte de costura que al hilo le llama tinta y pluma a la aguja remienda las prendas que el vivir desgarra. Zurce las rodilleras del pantalón de los días laborables, el cansancio de la incomprensión y de la impiedad, la angosta senda de los horarios y de las tareas; remata los jirones del delantal de sí mismo, la áspera convivencia con los errores y con las pérdidas, el insoportable silencio que responde cada vez que los ojos se cierran. Pero hilvana también la ilusión por ver florecer los jacarandás y borda con su recuerdo una cenefa en el mantel.

miércoles, 22 de junio de 2016

# 555


A diferencia del tiempo, que solo sirve para establecer medidas sin más metafísica que la esgrimida por el metro de carpintero, la escritura construye estancias a las que se puede regresar. A diferencia del paso del tiempo, que como un obseso de la geometría circular se inhibe ante el placer o el dolor que sus incesantes dictámenes provocan, la escritura dibuja retratos fidedignos de cada gesto. A diferencia de la duración, cuyo desvanecimiento constante exige al ser la condición de brevedad y aun de nimio, la locuacidad de lo escrito acompaña cuando no hay nadie, permanece aunque nada exista ya.

lunes, 20 de junio de 2016

# 554


Parece irse, pero siempre se queda. Es como si desapareciera y no se ha ido nunca. Globo que se suelta de la mano infantil y asciende donde ya se ve inalcanzable. Charco que la mañana soleada extenúa y olvida. Pájaro que durante un instante inunda el bosque con su canto y luego enmudece. Se diría que la escritura se deslíe en el aire, se disuelve en el tiempo, vuela, se seca o calla. Pero el globo en un punto pierde altura y regresa, la lluvia recobra la memoria del charco y el piar se reanuda. Siempre está ahí. Soy yo.

sábado, 18 de junio de 2016

Maga Losnay, dietario # 553


La primavera invita a que la escritura abandone abrigos y jerséis de lana, bufandas, gorros, guantes, cuanto usaba entre las frases en los días breves y oscuros que le preceden. Se desviste. Una camiseta, un pantalón de tela ligera, unas sandalias. Es el nuevo atuendo con el que el escrito se me presenta en el cuaderno, imponiendo al lápiz su ritmo, su liviandad, su alegría. Le veo bailar a las horas en que antes leía. Cenar a destiempo. Trasnochar. Le aconsejo que salga a la página con el paraguas, con un pañuelo para el cuello, con una cazadora. Todo inútil.

jueves, 16 de junio de 2016

Mis contemporáneos 04. Jesús Aguado


Igual que JRJ eligió 1881, JAF ha visto en el anagrama de su primera fecha símbolos difíciles de obviar: 16-6-61. De niño, al aprender que cuanto veía podía ser nombrado supo, como JRJ o como RMR, que solo sería poeta. De hecho creo que es el poeta que menos se ha preocupado por escribir poesía: solo la ha escrito para huir de ella. No sé si lo digo bien: los poetas consolidan un mundo en los libros, JAF cada vez que siente que ha consolidado algo en su vida escribe un libro para alejarse de sí mismo y descubrirse otro.

martes, 14 de junio de 2016

Dietario de sensaciones, 16 (Confitería)


Me gusta mi oficio. Soy distribuidor de peladillas. También tengo caramelos, bombones y golosinas. Todos en forma de oraciones. Frases que endulzan. Que suavizan los endiablados engranajes del tiempo. Que atemperan el desangelado aire que circula en los espacios vacíos. Reparto confites, chocolatinas, hojaldres. Los envuelvo en sonidos de vocablos gustosos, los unto con la sabrosa mantequilla de los recuerdos. No sabría hacer otra cosa en esta vida. Me siento en mi esquina predilecta, entre la plaza y la avenida, y espero a que vuelen mis palabras y el viento las acerque al lugar exacto donde alguien contempla el cielo.

domingo, 12 de junio de 2016

Dietario de sensaciones, 15 (Pompas)


Las pompas de jabón son pintores miniaturistas. Cada una reproduce en el lienzo diáfano de su universo un destello luminoso. Las pomas de jabón son jinetes. Corren sobre sí mismas por la pista de la piel. Son también pilotos. Vuelan con la serenidad de los objetos que no han volado nunca ni siquiera han soñado con volar un día, como los jarrones o las tejas. Son ópticos graduados con diploma enmarcado en la pared. Siempre están mirando a los ojos. Son vendedoras de metáforas. Por el pago de una caricia entregan una sensación fluida y devuelven de cambio un instante.

viernes, 10 de junio de 2016

Dietario de sensaciones, 14 (El espejo)


El espejo es un artista dominado por su estilo. La finura de su técnica, la precisión de su gesto, la rapidez en captar el movimiento no le permiten, sin embargo, ser él mismo. Se debe solo a los conocimientos que le convirtieron en virtuoso. Y a esa capacidad se entrega sin apartarse ni un ápice en su práctica. Reo de la excelencia, lo que daría por empezar de nuevo en las clases de dibujo y equivocarse. Por soliviantar las medidas sabiamente trazadas por la teoría que tan bien aprendió. Por pintar con los ojos cerrados cuando el modelo está posando.

miércoles, 8 de junio de 2016

Dietario de sensaciones, 13 (Junio)


Junio se enreda, buganvilla en flor sobre los cuerpos recién salidos de la ducha, y se transforma en los colores elegidos para festejarlo. El caramelo infantil del calor y el café poco cargado de las mañanas frescas van juntos en el vestuario que presagia el verano. Se prefiere la blusa que combine con cierta falda y los calcetines a juego con la camisa. Y se procura que la ropa sea la más agradecida al tacto de unas manos para que se abracen a la cintura de quien ha extendido su brazo por los hombros. El placer de desvestirse en junio.

lunes, 6 de junio de 2016

El nacimiento de Ana de Peñalosa \ 1


Telas blancas entre los muebles y encima un ajuar de toallas bien dobladas. Sábanas de nívea seda sobre la cama y en la cuna, que la impaciencia mece con un crepitar de madera contra la losa. Albas manos que con destreza colocan en su lugar cada miembro durante la espera. Pálido gesto de quien aguarda y siente. Y ante la ventana bailan blanquecinos copos en la superficie del vidrio. Nieva aquel día sobre los campos, los tejados, el bosque y la corriente del río, que tiembla como una primeriza cuando Ana de Peñalosa llora envuelta en pétalos de rosas rojas.

sábado, 4 de junio de 2016

El nacimiento de Ana de Peñalosa \ 2


Quien ha caminado sobre la nieve y duda por desconocer el sendero que sigue, así imagina el trazo de lo que acaba de caligrafiar sobre la cuartilla en blanco: Por obedecer a Vs., a quien tanto deseo agradar… Y en tanto encuentra la senda que continúe distrae la mirada en el ventanal de poniente. Ahora es la tinta del agua que cae desde tejado la que escribe letras blancas sobre el negro papel del cielo. Entretenido en leer lo que no sabe redactar le despabila una voz —¡Es niña!— y un súbito plañido. Por gusto mío le remitto essa noticia.

jueves, 2 de junio de 2016

El nacimiento de Ana de Peñalosa \ 3


Los sollozos parecen descompasar la marcha del caballo que calle arriba resbala con la humedad blanquecina que recubre el empedrado, y relincha. Quien lo sujeta por la correa y lo encamina le acaricia el cuello, las crines, los carrillos. El bruto abre los ollares y avanza con coces inseguras contra la piedra que colman de fragor la mañana. Dos mujeres que se cruzan, cubiertas con un manto oscuro, se cobijan acobardadas en el atrio donde el grito resulta más claro y reconfortante. Se miran, cómplices. Sonríen. La casa ahonda sus cimientos y ambas nodrizas sueñan, por separado, con ser llamadas.