Llego de la calle a veces entristecido. He oído chillar a una madre, «te he dicho que el verde», y me he sentido como el niño que no sabe aún distinguir entre los colores el matiz del verde. He oído en el mercado a una vendedora elogiar el brillo de su pescado y aunque haya recopilado todas las imágenes que sé que fulgen, ignoro cuál de ellas destaca en las escamas de un pescado tieso y duro, que hacía poco aún nadaba. He oído ladrar a un perro que no me ha dejado conocerle, esquivo, a través de su pelaje.