Los colores tienen memoria. No
los colores, sino los matices de los colores. Los aspectos que la lengua solo
consigue atrapar con metáforas. Por eso son tan importantes las metáforas. Nos
diferencian de las matemáticas. De la convención matemática a la que conduce el
uso pragmático del lenguaje. El rojo es rojo. Cuando nunca ha sido rojo el
rojo. Ha sido clavel rojo en un balcón, crepúsculo de verano, vuelo de
mariquita, tomatera, vestido, o ha sido gota de sangre sobre la piel. Cada
rojo, una imagen. La del té que tomo mientras escribo, una carta de amor al
silencio.