Del país de los Néma poco se sabía hasta que se divulgaron los prodigiosos escritos de Radbeck Perksio Éada y se tuvo noticia de sus intrincadas expediciones por esta región cuya geografía desconocen los mitógrafos. Una malformación genética, al parecer extendida desde antiguo, había impedido que los Néma desarrollaran el habla, y es posible incluso que quienes pudieran hablar no tuviesen quien les enseñara. Desarrollaron, sin embargo, un complejo sistema de signos basado en la mirada y en la caricia con el que, según observación del maestro Radbeck, «nada dejaba de ser dicho, y al atardecer se mostraban incluso locuaces».