Sumidero de vidas, en el filtro de los Encantes quedan atrapadas casi todas las obsesiones; y acaso la más simple y ñoña he visto negociarla esta mañana. Una colección de mecheros. La mayoría corrientes, de propaganda. Unos pocos casi obscenos: una pistola que al disparar saca la llama, una figura femenina que también. El vendedor, tras mostrar que funcionaban —decenas de mecheros sucios— se ha entusiasmado con el arma, a la que trataba como joya de la colección. Han discutido algo el precio. Lo han concertado en ochenta euros. Me he quedado sin saber qué pensar... de la condición humana.