Foto GCC
El cielo primaveral del primer año de guerra se ensimisma en los charcos del camino antes de que las botas de los soldados enturbien su cristal. Se extiende el mantel de los domingos sobre la madera reseca de los campos que nadie ha querido cultivar. Una mata de narcisos se apropia del único rayo de sol que ha atravesado los nubarrones cansados, en retirada. Cuando el aire retumbe a lo lejos, no serán ellos los únicos culpables. Una mujer transita la senda sorteando en su bicicleta los charcos removidos. Dentro de la cesta, con los baches, se pelean unas manzanas.