No son albañiles, fijaos, los que construyen esta casa, sino orfebres de paciencia. Sus manos perfeccionan los adobes con la medida exacta de barro y paja. Las horas ciertas de sol los endurecen, la cuerda señala su lugar equilibrado en el muro. De cada ladrillo y de cada piedra depende la solidez del conjunto. Y al otro lado observad el trabajo de los ebanistas. Con qué destreza tratan la áspera madera hasta que pueda ser acariciada por las manos de un niño. No solo hay que estudiar música y caligrafía para desempeñar el oficio de fijar canciones en las tablillas.