Ante un espejo logran calmar el ansia. Las cámaras fotográficas hacen trampa y las presentan como un lago de alta montaña en un día despejado y sin viento, pero no siempre estaban sosegadas en el momento de la captura. Únicamente el reflejo, donde las manos se ven actuar, relaja la oportunidad de un movimiento nuevo. De esta experiencia se concluye que solo cuando se contemplan desde fuera adquieren conciencia de sí mismas. Las desbocadas con vida propia. Las que se acercan ante lo que requiere alejamiento. Las que aciertan sin que se lo pidan, y si existe petición, entonces fracasan.
JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS
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martes, 27 de septiembre de 2022
viernes, 23 de septiembre de 2022
Manos | Veinte
El pensamiento se desvive por determinar el ser del mundo, las manos se conforman con limpiarlo y ponerlo en orden. No suelen estas tareas considerarse de mayor valor que aquella, antes ocurre lo contrario, en general degradan a quien las realiza frente al que únicamente piensa. Es el principio de una extensa cadena de errores que se denomina civilización. Las manos palpan el mundo, lo enmiendan, lo distribuyen, lo reconocen. Al parecer eso no basta para los merecimientos. Lo acarician y lo transforman. Le dan el sentido que quien se ha sentado delante, cruzado de brazos, más tarde les atribuye.
domingo, 18 de septiembre de 2022
Manos | Diecinueve
En la rama brota, por menuda que sea, la flor. La conjunción de pétalos y colores es una manera de afirmar. Con las tijeras, por el sendero, avanza la negación para mejorar su lugar en el interior de un jarrón de porcelana. Del mismo modo una mano, después de haber afirmado, tras contemplar cómo fluye el río hasta su desembocadura, descansa, animal apaciguado. Sin haber hecho nada, ni siquiera cortado una flor. Ajena a las correcciones. Tal cual encontró el mundo, ha respetado sus sentidos. Se limita a cavar con la azada una ondulación que encauce el agua del riego.
miércoles, 14 de septiembre de 2022
Manos | Dieciocho
En la continuidad de la mano no había cuerpo, es lo que recuerdo. Ninguna conexión con una manera de ver. No me miraba. Tampoco servía para lo que se utiliza una mano, que es para encontrar un punto en común desde donde trazar un compromiso. Un acuerdo, tal vez. Ni siquiera la posibilidad de un saludo. Si carecía de sus funciones, qué le da existencia, me preguntaba entonces, poco acostumbrado aún al trato entre desiguales. Eso, y el anillo. Una pieza engastada para legitimar distancias. Un hacedor de vacíos. Oía el fragor del ropaje. Nada que condujera a parte alguna.
viernes, 9 de septiembre de 2022
Manos | Diecisiete
Un emblema menor. Etiqueta arrancada de un producto retirado de la venta. Un silencio entre dos personas que se conocen poco. Así, la mano. Su condición epistolar de llegar antes de lo anunciado. De irse antes de que se consuma la partida. Un extremo donde no alcanza la red de distribución de aguas. El pedregal de frontera en el territorio del yo. Lo que siéndolo no lo parece, o pareciéndolo no lo es. Lo prescindible cuando no está. El requisito que se olvida y nadie vuelve a solicitar. Así. La locuaz silenciosa. Su indiscreción la pierde; la ansiedad la gana.
lunes, 5 de septiembre de 2022
Manos | Dieciséis
Son los objetos quienes se sujetan a la mano con sus capacidades cuando la mano los sostiene. Por miedo a no existir. De no ser así, el vaso se desliza y convierte el pavimento en un incómodo cielo nocturno. La botella vacía jamás puede sentirse llena tras resbalar aligerada por la suavidad de la piel. Una sábana, un cojín, la punta de la falda o el cuello de la camisa desconocen lo que es el cuidado si no han sentido estremecimiento o furor antes de ser extendidas o arregladas. No hay en las cosas pasividad cuando se acerca una mano.
jueves, 1 de septiembre de 2022
Manos | Quince
Donde la mano no está, continúa. El cauce horadado en el paisaje durante la sequía. El ausentarse es también una manera de permanecer. Los cúmulos de arena removida, los rimeros de cascajo, eso es el tiempo cuando el minero extrae desde dentro de la camisa el tarro diminuto donde guarda las esquirlas de oro halladas. Donde estuvo, se mantiene. Estela de la barca que navega sobre las aguas del río que ha perdido su condición de ser efímera y queda como cuajada en cemento ante quien mira los rizos de la corriente. La piel que fue acariciada retiene el halago.