La palabra «imposible» viste traje gris, desarreglado, con hilos sueltos en la bocamanga, y la camisa, que parece blanca, colecciona manchas de diversa procedencia. Lleva gafas de sol, aunque siempre permanezca en un interior, y habla sin pronunciar del todo los sonidos, por eso nunca se le oye afirmar nada que sea posible. Con aire de inspector de policía en una película de los años cincuenta, o de un dentista cuando aún no existían odontólogos. El miedo es el arma en la que más cree. Discursea, pero nadie entiende lo que dice. La palabra «imposible» forma parte de otro diccionario.