Le pusieron fecha y decidieron un lugar neutral para el encuentro. Lo urdieron a mi espalda, mientras como un lirón dormía, no sé si por la juerga o tras una ardua jornada laboral, porque tampoco he conseguido determinar cuándo tuvo lugar la cumbre bilateral entre Costumbre y Fiesta en mi biografía. Tampoco conozco los términos del acuerdo que alcanzaron, pero los sospecho. Últimamente no consigo, por más que me empeñe en intentarlo, rechazar ninguna invitación festiva, y sumo días por celebraciones. ¿No será que las dos mitades mías se han fusionado en una sola, la Costumbre de ir de Fiesta?