Una fogata que alimentan ramas de un árbol caído en mitad del bosque. Ante las llamas, las manos extendidas recogen su calor. La luz se advierte concentrada solo en desvelar la verdad de los ojos que miran. La certeza se asienta en el crepitar de lo que arde. Sendas mantas cubren las espaldas de quienes la rodean. El invierno no transige. El olor de la pieza de carne que están asando se esparce por el claro y se pierde en la oscuridad. La noche es un río detenido. El destino, un dado que aún sigue dando vueltas en el aire.