JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

sábado, 1 de agosto de 2020

Dietario de sensaciones, 78



Es falso, siempre lo he pensado, que al cine mudo le sucediera el cine sonoro. En realidad, quizá ocurriera al contrario. El cine sin voces era locuaz. Hablaban las imágenes. El canal de sonido lo convirtió en mudo: lo mismo que decían las imágenes pasaron a decirlo las voces. El encuadre de un río. Y un personaje que dice: «Mira, un río». Al cine sonoro le ha sucedido el cine callado, en el que nada dice. Es mejor que las imágenes digan y que los sonidos dibujen imágenes, por eso a veces hay que cerrar los ojos para poder verlo.