Unos pétalos azules sobre un círculo vacío, lo que veo cuando me miro. Y si un día solo existe la geometría regular de las baldosas sé que no he devuelto la cortina de baño a su extensión Unos pétalos grandes, suspendidos en la luz turbia del plástico. Se amoldan a los pliegues con naturalidad gimnasta. Se conforman en su mera flotación. No creo que vuelva a encontrar un diseño igual. Nada permanece, como si el tendero se cansara de vender dos veces el mismo producto. Cuando esa corrosión ambarina de la humedad haya escalado, tendré que cambiarlas. Y seré otro.