JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

martes, 2 de abril de 2019

1927 (díptico)


Berenice Abbot, fotógrafa veinteañera, retrata a Eugène Atget, 
fotógrafo septuagenario, en el que será su último invierno.

1
—¿Podría colocarse perpendicular a la cámara, monsieur Atget?
—¿De perfil lo prefiere, miss Abbott?
—Puede llamarme Berenice.
—Claro, como desee, miss Abbott.
—Sí, le haré una fotografía de perfil.
—¿Y por qué de perfil?
—No sabría decirle, monsieur Atget, ¿por pudor?
—No me haga reír, un fotógrafo tímido es un como un lanzador de jabalina manco.
—Bueno, no va a creerme si le digo que es para que no me vea hacerle la foto, pero puedo encontrar otro argumento.
—Inténtelo, miss Abbott.
—Quiero contemplarle mientras está mirando.
—¿Cómo si estuviera yo haciendo una foto, miss Abbott? 
—Berenice.
—Disculpe, miss Abbott.

2
—¿Busco una cámara, miss Abbott?
—No hace falta, eso sería retórico.
—Es cierto.
—Aunque creo que la razón es otra, y usted ya la sabe.
—La luz sobre la manga del abrigo.
—¿Cómo ha sido capaz de adivinarlo?
—Hay, miss Abbott, quien me dice: Conozco esa calle, la recorría a diario con un ramillete de gardenias, ahí tuve una novia, por sus fotos parece que uno pueda volver a meterse en el portal.
—Otros ven realidad donde usted, monsieur Atget, solo ve luz, líneas, volúmenes, sombras, ángulos y texturas, ¿no es cierto?
—¿Por qué no me llama Eugène, miss Abbott?