—Billetes, por favor… ¿Me muestra el suyo, joven?
—Me llamo Gonzalo.
—Me parece perfecto. ¿Y su bono?
—Antes deberíamos presentarnos.
—El interventor, un placer. ¿Y ahora, su boleto?
—Ah, ya lo veo en su placa: Bernhard T. ¿Qué es T.?
—¿Título de Transporte, tal vez?
—Lo dudo, nadie se llama así.
—Tampoco nadie viaja sin billete en mi tren.
—Bueno… Claro… Verá…
—Veo.
—El caso es que no quería ir a ninguna parte, pero tampoco quería quedarme en cualquier sitio. No sabían qué billete venderme.
—Ya.
—Solo me sienta bien ir de un lado al otro, en su tren, Thomas.