En un vaso de agua está por escribir la novela del día. Es el tintero que abre el escritor frente al pliego en blanco donde anotará el título del libro que va a empezar. El sorbo que se da, antes de entregarlo, es la pluma que caligrafía sobre la aspereza del papel las primeras letras. Y el sorbo que se ofrece, a continuación del dado, es ya el primer párrafo, hilera de hormigas que un día tendrán sentido. Un vaso de agua compartido es el inicio de cualquier novela romántica: dos labios que se han besado en el mismo cristal.