El sol va camino de otras realidades cuando escribo. En los dorados que deja sobre los edificios se advierte su cansancio de orfebre antiguo. Ha insistido un tiempo sobre cuanto se ve y a su hora guarda las herramientas en una caja metálica y emprende el camino que conduce a las montañas. A punto de desaparecer de la vista, encuentro las palabras que redacto. Ese filamento de luz última sobre el que los cuerpos bailan. El sonido a piano desafinado de las garzas en la laguna. Y el cañaveral donde se ocultan los amantes para abrazarse. Mientras las ranas croan.