Cada vez más las librerías parecen bares. Los libros se muestran charlatanes, ruidosos, ensordecedores. Colores tan chillones. Agresivos. Sensación de que no van a parar de hablar. Como en las discotecas, donde todos conversan lo que nadie consigue oír. Añoro las viejas librerías de libros dormidos. Polvorientos. Silenciosos. Las palabras necesitan silencio para expresar. Cuanto más silencio acumulen unos versos, mayor será el estremecimiento de quien los pronuncie. El silencio es consustancial a la palabra. Es difícil comprender esta condición, una vida rara vez da para ver la soledad que un libro necesita. Porque solo quietud y olvido otorgan densidad.