El silencio deja unas gotas de agua sobre la hoja del níspero en las que se zambulle el primer rayo de sol de la mañana. Así se inaugura el verano. Las alondras picotean en los taludes del camino. Los mirlos acechan el brillo de las cerezas desde los muros de piedra. La brisa remueve los álamos altos y un algodón blanco nieva sobre la hierba. Las tomateras crecen al paso de las cañas y llenan de pecas rojas la luz. La flor del calabacín luce su vestido de volantes. Los ojos se encandilan ante el cuadrado luminoso de las ventanas.