No, no puede ser. Primero el atasco por la cabalgata. Ahora no es que el asfalto se derrita, no, la sensación es la misma, pero el olor no. Una mierda. Será de camello. El atasco. Andando me adelantaban. Luego, plas, un caramelo en mitad del vidrio, bum, otro en pleno techo, cloc, un tipo que me atropella el coche por atraparlo. Y ahora, la suela del zapato... La suela de mi zapato echada a perder. Qué peste, ¿dónde voy yo así? «Señor, señor». Qué narices se le habrá perdido a este mocoso. «Que le traigan muchas cosas los Reyes, señor».