No sé, un desconocido; un tal
Proust —responde cuando se le señala el libraco espolvoreado de canela sobre un
estante del obrador. Sí y no —contesta al preguntarle si le gusta. No entiendo
gran cosa cuando leo mientras horneo los hojaldres, pero este tipo sí me
entiende a mí —explica quitándose el gorrito blanco para que respire el
pensamiento. La gente cree que los dulces son el disfrute del instante. Qué
poco. El chocolate es la barba del abuelo; la vainilla, lágrimas del primer
beso; la nata, un baño en el río. Su ingrediente principal no es azúcar, sino
memoria.