Con pasos precisos sobre las losas cubiertas
de nieve de la poesía del escocés John Burnside (1955), las elegantes
traducciones de Jordi Doce descubren una obra deslumbrante que emerge desde los
rincones de la realidad que suelen pasar inadvertidos para el género: el
invierno sin épica en los pueblos de montaña, puertos pesqueros de aguas sucias
y malolientes o vecinos de barrios en las afueras. Una poética que «plasma una
escritura con la nada que aprendió de memoria». Y en este diálogo con la
otredad desacreditada no olvida las desapariciones, aquellas que laceran,
humillan, o las que inquietan y fascinan.