JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

miércoles, 25 de enero de 2012

Cupidesca doce


Todo iba fantástico hasta lo de los germinados de soja. Nos conocimos en un bar, alguien nos había presentado, no sé. Inmediatamente empezamos a reír. A lo tonto. A cualquier cosa que decía, me mondaba. Le respondía, no sé, algo, y llorábamos de risa. Fue tan bonito. Tanto. Inmediatamente escribí un tuit: «Desde que le conozco no he parado de reír». Maribí me dijo que podía haberme esmerado más, que por eso no lo iba a retuitear. Luego… y después, y al día siguiente todo iba bien. Pero le puse germinados en la ensalada y gritó: «¡Qué porquería es esta!».