Dos hermanos. Pongamos que el mayor ha descubierto las fisuras de un régimen autocrático para ubicarse en él, placenteramente. Le ha señalado el camino al menor, que disfruta de la vida ideada por su hermano a la sombra de la legalidad. En la DDR su apartamento tiene los mismos objetos que en cualquier piso de Berlín Oeste. Trata de disfrutarlos, como si le dijeran algo. Trata de que todo aquello tenga sentido, sin lograrlo. Cuanto más los llena, más vacuos le parecen los días. Sólo se vislumbra a sí mismo al otro lado de la traición. Que persigue en vano.