Necesitaba saber quién era Heráclito. Lo creí explicado en un libro de tapas azules que aguarda sobre la mesa desde hace tiempo, pero cómo abrirlo delante de tantas miradas, cómo repantignarse así en la lectura. Quiero saber algo sobre Heráclito acaso también para contárselo y en mi libreta de notas encuentro unos garabatos ilegibles que no he escrito ni conozco quién sea su autor. Abro el libro de tapas azules sin ver sus páginas y cuando la confianza me lo permite miro, y ante mis ojos el papel se cristaliza; láminas brillantes, negras, que absorben la luz y devuelven tinta.