(El azar del diseño de cubiertas de libros ha emparentado Doménica con Trasto, dos novelas en busca de una trilogía. Ambas nombran en el título a la víctima de una traición. La traición del amor, en una; la de una amistad, la otra. En las dos —contadas en primera persona— el personaje principal, que trastoca la vida anodina del narrador, aparece mediada la lectura —en Doménica irrumpe en la sala donde está el maestro de Palfre a mitad del párrafo central del capítulo cuatro, de siete—. ¿Y la tercera? No se titula Gebé, como debiera; pero ya está escrita.)