JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

viernes, 13 de febrero de 2009

Palestina

—Buen caballo. Y buen día, amigo.
—Trae las patas lastimadas. Este pedregal. Salud. Mañana calurosa.
—Como todas.
—¿Y sus cabras?
—Por ahí andan. Secas.
—¿No pacen bien?
—Lo que pueden. Cardos. La que tiene más suerte descubre una mata bajo las piedras.
—Mala tierra.
—No lo es. Es tierra del Señor.
—Abandonada.
—Vivimos de ella. Mi mujer. Cuatro hijos.
—Poca agua, mucho sol.
—¿Es eso lo que ve?
—¿Usted ve otra cosa cundo mira este montón de piedras?
—Va con los días. Unos imagino campos llenos de ovejas, caballos, árboles.
—¿Los otros?
—Un montón de huesos esparcidos por el arenal.