Para M.
Un pasaje oscuro hacia la calle Industria en el que brilla la pelota que ha rebasado al niño que juega de portero; delante el crucigrama vacío, honorífico, del empedrado en la calleja transversal de la Sedeta; en el paseo San Juan el sol vertido sobre el asfalto como el cubo que una torpeza ha derramado; los sucesivos parques infantiles cuyos columpios tienen nombres puestos por la memoria; Córcega, costado montaña, tiene sus pasos: una destartalada tienda de trenes en miniatura, las fotos de insectos que anuncian un fotógrafo; paseo de Gracia, aguas que van a dar a la mar: Laie.