La habitación en el piso catorce presenta unas inmejorables vistas sobre el piso catorce del bloque de enfrente. Es una mole piramidal inquietante. Hay una ventana tapiada. Por la noche apenas se ilumina algún apartamento. Por la mañana una viejecita baudelairiana renquea en la terraza y trata de abrir, desde fuera, una ventana de la galería. Empuja la hoja, ésta no cede. Quisiera echarle una mano desde mi cuarto de hotel, tan cerca y con un abismo en medio. Se me ocurre imaginar su leyenda en cien palabras —baudelairiano ahora yo—, pero la ausencia de azoteas estanca la imaginación.
JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS
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viernes, 31 de octubre de 2008
viernes, 24 de octubre de 2008
En el Café, junto al Templo sin mercaderes
Sé que es viernes porque muchos empleados entran en los edificios de oficinas como si accedieran a un avión: arrastrando una maletita. En el Zúrich conozco a Germán Gullón. Cuando llego está hablando con Toni Montesinos sobre Galdós. Al rato de escucharle florece en mi interior la más antipática de las nostalgias: la de lo que no ha ocurrido. Gullón es el profesor de literatura que nunca tuve y que siempre quise tener. Qué pocas frases bastan para compartir un destino. Mis profesores de literatura eran una suerte de aburridos empleados de banca (ni siquiera arrastraban una maleta los viernes).
jueves, 23 de octubre de 2008
Un proyecto
Está bien la propuesta de reflexionar sobre el silencio. Pero me parece contradictorio que se excluya la memoria del debate. El silencio es la memoria. Recuerdo los días que pasamos en aquel hostal solitario junto al Atlántico. Uno se sentaba en el murete y miraba el mar y su mirada adentraba aquella grandiosidad en silencio; pero el silencio no era más que una actividad intelectual —como la de la memoria— porque allí reinaba un estruendo casi ensordecedor. El mar es uno de los artefactos más ruidosos de la naturaleza. El silencio es nuestra manera de absorberlo, adentrándolo concienzudamente alterado, idealizado.
martes, 21 de octubre de 2008
Влюблённый
Es capaz de destrozar frases con los zarpazos gramaticales de su ruso. Nikita —le dicen— di tal palabra, y la repite para que se rían. Después sale corriendo y enlaza una pelota a sus pies. Cuando chuta los defensas rivales se tiran al suelo para evitar encuentros desafortunados. El portero, una vez adivinada la trayectoria del cañonazo, se estira fotogénicamente hacia el lado opuesto. Eres un crac, Nikita. Todos, incluso él mismo, creían que su vitalidad no tenía fin hasta que alguien le susurró: Oye, que Paola se ha enamorado de ti. Le alcanzó la melancolía; los defensas rivales respiraron.
lunes, 20 de octubre de 2008
«Adiós, Gongtan», de Jordi Pérez Colomé
Subo al AVE y empiezo Adiós, Gongtan, el viaje por la China central de Jordi Pérez Colomé, tan opuesto al mío: frente a esperas, fideos fríos, dudas, traqueteos, incomodidades y alojamientos imposibles, un viajero del AVE siente que la civilización le está ocultando algo; algo se está perdiendo cuando recorre en dos horas una distancia para la que el autor invierte tres o cuatro días. ¿A costa de qué todo va tan rápido? ¿Se vive más, o menos? Leyendo saltan respuestas: mi viaje no dejará en mí, cuando salga del tren, poso alguno… No dará para escribir ni cien palabras.
sábado, 18 de octubre de 2008
¿A dónde va la memoria de los huéspedas cuando el hotel desaparece? (Seguido de un paréntesis)
A nadie que haya lanzado un barquito de papel al agua le preocupa que se lo lleve la corriente río abajo para no verlo más. El Hotel Suecia ya sólo tiene un huésped: ha atado banderines de colores en la persiana ante el tabique mal nivelado que ciega su puerta. Acumula en el exiguo umbral unas pertenencias oscuras que desprenden un olor agrio. Duerme cubierto por una manta. En la fachada la suciedad escribe sobre el mármol el nombre que tuvo plateada tipografía. Como lanzar el barquito a un charco: la imaginería fluvial no resuelve el sinsentido de la ausencia.
(Tan impresionado me dejó la tapia de ladrillo en la entrada del Suecia —en agosto el precio era un aliciente— que olvidé hacerle una foto a su abandono. Busco en Internet si existe alguna, y descubro que el hotel sigue en el escaparate con toda la bisutería de votaciones, comentarios y valoraciones. Tal vez eso explique la estancia de su único huésped: el mendigo que duerme en la puerta llegaría una noche con una reserva de Internet y no supo descubrir dónde estaba el error, si en la red o en la realidad. Justo como me ocurre a mí ahora).
jueves, 16 de octubre de 2008
Machado de Assis en Covarrubias esquina Sagasta
Si de pronto Ulises, que regenta pensión en la periferia (emergente), amaneciera en este cuarto del Gran Hotel Versalles, traído por la pluma de Machado de Assis, haría lo mismo: encender el televisor de plasma de 32’ y recorrer los veintitantos canales como quien ve dar vueltas al tiovivo en la feria. A diferencia de entonces, ahora se asciende de la pensión al hotel y se regresa al origen al poco. Las clases se ocultan en el simulacro de las clases. Todo hospedaje es un desclasamiento fortuito al que uno se entrega para que le ate manos, ojos y palabras.
lunes, 13 de octubre de 2008
Aniversario
En el teatro-sala de baile de un pueblecito ampurdanés, desaparecido entre la niebla, Fernando celebra su fiesta. Unos bailan, otros hablamos, y cuando se apagan las bombillas para que luzca un pastel tamaño colosal, las velas prenden en un cinco y un cero. Luego los altavoces se callan y suena un dúo de violines que tararean casi con voz humana. Si no fuera porque nadie ha aparecido con sus discos bajo el brazo —la música está dentro de un ordenador— se diría que cumplimos veinte años. Entonces estaba todo por hacer en la vida: y ahora también. Somos un desastre.
viernes, 10 de octubre de 2008
Aziz
«Jeeessiiica95, con tres es y tres íes y noventa y cinco; Jeee —tres es— ss —dos eses— iii —tres íes— noventa y cinco; Jeee…». La tres monedas de euro que acaba de sacar de debajo del armario tintinean en el bolsillo de Aziz. Baja la calle dando saltos y recitando de memoria: «Uve doble, uve doble, uve doble, fotolog punto com, barra. Jeee —tres es—…» Lo hace para que no se le olvide la dirección antes de llegar al Cíber de la plaza, como le ocurrió la vez anterior que en clase pudo captarla al vuelo. «Fotolog… Jeeessiiica95 —tres…»
jueves, 9 de octubre de 2008
Metablog: ¿qué dije ayer en la presentación del «Visir» dentro de las Jornadas Poéticas de la ACEC?
¿En qué tradición se inscribe este blog? ¿Qué género literario lo ampara? Cuanto inspira «El visir de Abisinia» —su prosa sin voluntad de «hilo argumental», su carácter fragmentario, su gratuidad, su brevedad— pertenece, en efecto, a una tradición: el poema en prosa. El primero de los Pequeños poemas en prosa de Baudelaire, «El extranjero», es un diálogo sin acotaciones de 85 palabras. El segundo, un relato breve —«La desesperación de la vieja»— de 121 palabras. El tercero, una reflexión artística. Luego, una crónica urbana. El quinto… Baudelaire quería publicar cien Pequeños poemas en prosa. Escribió 50, y uno en verso.
martes, 7 de octubre de 2008
Metablog: ¿qué diré mañana en la presentación del «Visir» dentro de las Jornadas Poéticas de la ACEC? Díptico.
El hecho de que este blog aparezca ordenado por géneros y no por temas es una prevención: se suele otorgar un valor privilegiado al tema que se aborda y una atención menor al modo literario de abordarlo. La inercia a dar importancia desmesurada a temas y nombres conduce a una fragmentación de la necesaria continuidad de un panorama literario. Lo divide en mundos desconectados: temas y nombres sobrevalorados, y el resto, preterido. Desaparecen continuidad y matices que sólo el género asegura. En el cajón que pone «poesía» existen todas las gradaciones, matices, edades y generaciones. Donde figura un tema, no.
(2)
De hecho, percibo que el deterioro del concepto de género literario es tal que si ahora dijera una frase así: «en este texto veo un problema con el género», nadie pensará que hablo —por ejemplo— de Ramón Gómez de la Serna o de Rafael Pérez Estrada; se interpretaría que me refiero a que alguien ha solucionado mal lo que los políticos resuelven diciendo «miembros y miembras». Es cierto que uno tiene que matar el género como antes se aconsejaba que se debía de matar al padre, pero si uno es huérfano, eso ya no es una indagación, sino una desgracia.
sábado, 4 de octubre de 2008
La máxima aspiración del azar es la vida en pareja
Ayer nomás hablaba de Polifemo y esta mañana —qué añil purísimo en el cielo, tiñéndolo todo— lo descubro en mitad de la calzada, en cuclillas; aún así gigantesco y monocular. Me entretengo en contemplar cómo el operario calza la enorme grúa al asfalto. Siendo desmesurados los miembros de Polifemo, la maniobra de anclaje se realiza con precisión de relojero. Continúo mi camino hacia la panadería como una Galatea desdeñada. Alzo la mirada, por reconfortarme, pero la tristeza de la altiva humillada me ha invadido. Sólo ante una imagen se identifica: la bicicleta sujeta a un poste con la rueda pinchada.
viernes, 3 de octubre de 2008
Fábula pasada de moda
—No te entiendo, Polifemo, tu fealdad me produce náuseas. ¿Cómo te atreves a insinuar que lo inteligente es amarte?
—Eres tan bonita, Galatea, también cuando te enfadas. Pero si lo miras con calma verás que lo único pertinente es rendirte a mis brazos.
—¿Tus brazos llenos de pelos tiesos como los de un jabalí junto mi piel blanquísima? Son incompatibles.
—Te quiero, Galatea.
—Tu ojo lloriqueando sobre mis cabelles me repugna.
—Te adoro, Galatea. A diferencia de tu piel y de tus cabellos, que el viento arrastrará en breve, mi sentimiento será lo único eterno que la vida te ofrezca.
—Eres tan bonita, Galatea, también cuando te enfadas. Pero si lo miras con calma verás que lo único pertinente es rendirte a mis brazos.
—¿Tus brazos llenos de pelos tiesos como los de un jabalí junto mi piel blanquísima? Son incompatibles.
—Te quiero, Galatea.
—Tu ojo lloriqueando sobre mis cabelles me repugna.
—Te adoro, Galatea. A diferencia de tu piel y de tus cabellos, que el viento arrastrará en breve, mi sentimiento será lo único eterno que la vida te ofrezca.
miércoles, 1 de octubre de 2008
哑巴
«¿Qué es eso?», preguntan a coro los tres compañeros del grupo ante la impenetrable grafía. Yâ Bā —哑巴— escribe debajo, en castellano, «poema». «Profe, Llabá ha escrito un poema». «Y ha escrito la palabra poema», se fija la profesora cuando pasa a su lado. «Llabá es un poeta». «Por eso nunca habla». «Y mira tan triste». «Llabá, ¿de qué es el poema?» Yâ Bā tuerce un poco los ojos y se esfuerza por no fijarlos en ningún lugar, pero no dice nada. Raquel sigue preguntando. Betty le pide la hoja del cuaderno. Yâ Bā la arranca. Se la entrega.