—¿No te preocupan esas chicas tan monas? ¿Cómo va a sentirse una bien si ellas existen? Ayer descubrí el antídoto, cuando explicaron la metonimia. ¿Recuerdas?
—Vagamente
—Mi error estaba en compararme con esas chicas monas de una manera absoluta cuando la belleza es metonímica. Lo que nos enamora de una persona es algo concreto.
—Los ojos.
—Y ese algo concreto permite afirmar que soy igual de bella.
—No te entiendo.
—Me puse a buscar en qué era yo más guapa que esas niñas. Y lo descubrí.
—¿En qué?
—En mi flequillo. Tengo el flequillo más gracioso y atractivo del mundo.