Escribir es adentrarse en una tradición. En la corriente que uno elige cuando sueña lo escrito. Algunos precedentes, sin embargo, se escogen a posteriori. En una librería de viejo encuentro este libro de Monique Wittig (traducido en 1971 por Josep Elias y Juan Viñoly sic). En la composición en fragmentos del libro, de la misma brevedad e intención que siempre he deseado para lo que escriba, descubro ahora lo que he aprendido en sus páginas sin haberlas leído. Y me enseña también que una tradición nunca es temática, siempre es estilística. Esa utópica mitología femenina me ilumina desde la escritura.