JOSÉ ÁNGEL CILLERUELO / LIBROS / ESCRITURAS

jueves, 25 de septiembre de 2008

Tríptico sobre el no manifiesto LA EXIGENCIA ESTÉTICA COMO EXIGENCIA ÉTICA de A. T.

«No Machado [de Assis] de agora não há mais lugar...
à aceitação de fórmulas narrativas para agradar às leitoras.» M.M.
Alberto: ¿Qué se ha de hacer con tu manifiesto? ¿Dónde se firma? Aunque tal vez esta cuestión requiera un contexto sociológico para comprenderse mejor. Suscribo cuanto dices, cómo no. Pero, ¿de verdad crees que este es un problema de escritores? Los escritores tienen siempre la devoción de la forma y la necesidad de la creación, de la innovación. Todos. En el camino unos van quedándose aquí y otros allá. Unos antes y otros después. ¿Dónde está la verdadera causa del deterioro literario? Creo que en la sociedad lectora. Quien exige modelos decimonónicos en la novela no son los escritores, sino
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los lectores. O mejor, los compradores de libros, que es una categoría más influyente que la de los lectores (los lectores de biblioteca, por ejemplo, no crean líneas editoriales; los compradores, sí). Son los compradores quienes se empeñan en modelos literarios que comprenden y les satisfacen. Ante esta situación, un escritor sabe que, si se adecua —con mayor o menor gracia, estilo, inteligencia, dignidad...— a lo que los compradores quieren, la sociedad le premia considerándolo un escritor. Dándole un salario de escritor. Si un escritor investiga, rompe, indaga... en el camino no sólo cada vez se ve más solitario, sino
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que además nadie le considera escritor. No creo que esta cuestión sea comparable a las vanguardias, por ejemplo. Entonces los grupos minoritarios vanguardistas fueron quienes se arrogaron el papel de dispensadores de títulos de escritor. Eran pocos, pero eran un grupo con intervención directa en la sociedad. Hoy la sociedad es la vanguardia (todos lo dicen) y apartarse de ella es sano para la literatura pero insano para la autoestima del escritor. Pero vale la pena que avises a los que se tuercen con tanta facilidad sin que nadie les dé nada a cambio, sólo por la esperanza de recibirlo.