lunes, 9 de septiembre de 2019

Práctica del espejo III



Rosácea mancha en la superficie del vaho. Óptica desenfocada en la que los ojos no descubren dónde han de meditar. Acaso un pomo de armario de baño si lo hubiera. Busto de piedra calcárea, que los siglos han erosionado, en una pantalla sin conexión eléctrica. Es así cómo me ve quien me está observando al otro lado del desconcierto de trazos. Un borrón sonrosado por el fluorescente del techo. Una palabra tachada entre las líneas de este escrito, partitura impresionista en manos escolares. Antes de que la humedad del aire se disipe. Ese segundo de lucidez que precede al tratado.