martes, 11 de diciembre de 2018

# 606


Es verdad. A veces —diría incluso que cada vez más veces— lo que mis ojos están viendo no se corresponde con lo que se diría que ven. O mejor, con lo que otros ojos verían si miraran donde lo que estoy viendo ocurre. Porque lo que veo, un bosque —de hecho, son dos bosques, uno vegetal y otro aéreo, formado por cientos de pájaros que lo sobrevuelan y armonizan—, solo yo lo estoy viendo a través de la ventana. Y si otro mirara, no lo vería. Pero no importa. Lo que habla es aquello que los ojos cerrados contemplan.