viernes, 18 de octubre de 2013

Caligrafías / 11


¿Quién dijo que era esta estación el centro del mundo? ¿Que desde aquí se podía ir a cualquier parte? Una apreciación curiosa. El gesto de quienes aguardan el metro no desvela ni un ápice de interés por un destino novedoso. Se diría que cada persona ya sabe a dónde va. Y no por vez primera. Cuando se abren las puertas de los vagones, sí es cierto que baja gente que procede de todos los rincones de la ciudad. Eso parece más sensato: aquí se llega desde cualquier parte. Como a los círculos del infierno. No de fuego, sino de horarios.