El cuenco de porcelana que presta su imagen durante este mes de enero a la bitácora perteneció a Maria Gabriela Llansol. Hoy se encuentra sobre una mesa ante la puerta que da al patio, de donde toma la luz que refleja en su satinada textura. En la habitación dialoga de manera sorprendente con los cuadros que Ilda David ha dedicado a la escritora. Y todo ello en la casa del Campo de Ourique que guarda su memoria —los objetos (personajes también de sus libros), la biblioteca, la correspondencia y, en especial, la colección de cuadernos donde escribía a diario—.