La primavera invita a que la escritura abandone abrigos y jerséis de lana, bufandas, gorros, guantes, cuanto usaba entre las frases en los días breves y oscuros que le preceden. Se desviste. Una camiseta, un pantalón de tela ligera, unas sandalias. Es el nuevo atuendo con el que el escrito se me presenta en el cuaderno, imponiendo al lápiz su ritmo, su liviandad, su alegría. Le veo bailar a las horas en que antes leía. Cenar a destiempo. Trasnochar. Le aconsejo que salga a la página con el paraguas, con un pañuelo para el cuello, con una cazadora. Todo inútil.