Rugoso cristal aficionado a redactar brillos y sombras sin preferencias. Impresiones más que realidades. Estados de ánimo a los que olvida darles valor. El tiempo no envejece su piel ni la luz la tizna. Admiro esta sencillez para utilizar términos joviales, entusiastas o afligidos con el mismo convencimiento. Está ahí cantarina, dispuesta a jugar siempre con el viento y con los frutos que caen de los árboles. Es la única caligrafía que sabe combinar lo que guarda dentro y lo que contempla fuera en una misma imagen. Me entretengo en aprender del agua la condición efímera de lo que permanece.